viernes, 25 de agosto de 2006

Hola a todos. Este va a ser el post más corto de la historia de Informe Semanal. Sólo quiero deciros que se ve que los jefes de blogger han cambiado algo en el sistema y llevo un lío de aquí te espero. El post anterior sale muy raro y por mucho que lo corrijo parece que no cambia, y encima tengo dificultades para entrar en la página de inicio. Otra cosa es que, como es verano y llevo un par de meses en la playa, se me haya metido un grano de arena entre mis neuronas y tenga yo los circuitos estropeados. A ver si ahora en septiembre consigo adaptarme a las novedades y solucionar todos mis problemas de acceso.

Un besito.

sábado, 5 de agosto de 2006

Cahiers du Informe Semanal

1/ A modo de manifiesto de vanguardia. Dijo alguien una vez que lo importante no es ganar, sino participar, y al instante algún otro replicó que eso es de maricas y que ganar es lo único que importa. Todo esto, el uno y el otro lo dijeron pensando en el deporte y aquí es donde entro yo porque tengo algo que añadir. Lo que yo digo es que la frase (la primera) también vale para la cosa de la cultura. Lo importante es participar, o sea, que uno tiene que escribir aunque lo haga mal, tocar la flauta aunque no sepa y cocinar aunque no tenga cardamomo en la despensa; y que todo eso es de más nivel cultural que leer a Schopenhauer, escuchar a Tchaikovski en el Palau y tomarse unas bravas en El Bulli. Respectivamente, por supuesto.

Porque en la cultura se pude ser, como en el sexo, activo o pasivo. Cuando se trata de cultura, lo mejor, sin duda, es ser activo. Respecto al sexo no me pronuncio, porque para eso doctores tiene la Iglesia. Todo esto lo pensaba yo hace poco, y venía a cuento de que este verano me estoy metiendo mucho cine entre pecho y espalda, a base de filmotecas de verano y terrazas al aire libre, a base de video clubes de barrio y video clubes de culto. Pero si tengo mi propia entrada en el Internet Movie Data Base -y lo digo en serio: soy el que hace seis con el mismo nombre- no es porque el mismo día haya visto una de Tarkovski y otra de Paco Martínez Soria, sino porque participo. O sea, que hago cine aunque lo haga mal. Llevo un verano que si estoy morenazo no es por el sol, sino por las luces que a mis pies despliega la farándula.

No sólo que hace poco, como recordaréis, fui monje de aspecto aterridor, sino que además acabo de participar en un verdadero largometraje. Sí señor: en una peli me han dado un papelito que no es de primer actor ni de secundario. No sé cómo definir mi statu quo: no soy el protagonista, lo confieso, pero decir secundario tampoco es muy exacto. Quizá lo más preciso sea decir que estoy de primer actor, coma cinco. La verdadera primera actriz se largó sin despedirse y aún estamos esperando tener noticias suyas. Yo, al enterarme, estuve un rato pensando que cómo era posible, una chica tan guapa; pero al poco tiempo ya opinaba, al recordarla, que además de guapa era lista la tía, porque había sabido irse a tiempo. Pero no adelantemos acontecimientos.

2/ No siento las piernas. Me llama un día un tarantino, esforzado y primerizo, y va y me dice: "Voy a hacer una película y quiero hablar contigo". Nos encontramos en un bar cerquita de mi casa, nos sentamos, me planta en la mesa un tocho de papel y me dice: "A ver cómo dices esto y esto". Ni los buenos días ni las buenas tardes. Directamente: "A ver cómo dices esto y esto". Y añade: "Tú eres este personaje, que le pasa esto y esto otro y quiere conseguir aquello y lo de más allá". No doy más detalles para no destriparos la película. Mientras, yo, sin tomarme siquiera un cafelito, pensaba: "Pero yo ya sé quién soy y lo que quisiera saber es quién pelendengues eres tú". Como las frases en cuestión se las dice mi personaje a su ex-mujer y siempre es difícil decirle al éter que aún le echas de menos, pues va y, pensando en ayudar, se pone el director de cine independiente a darme las réplicas de mi ficticia paleonovia. Por ayudar, ya digo, y es de agradecer, pero también de suponer que la parroquia estaría pensando: "Qué barbaridad. Cada día hay más gueis". Sabía que no tenía que haber quedado en mi barrio, que es muy mirado para estas cosas y muy vaticano también, según se pudo leer en los balcones. Primera lección: "Nunca hagas un casting a menos de dos kilómetros de tu lugar de residencia habitual".

3/ Aquello era un infierno. Pero, ¡bueno!, pasado el mal trago y tras varias semanas de silencio, recibo un día, inesperadamente, la buena nueva: "Has sido seleccionado". Por cierto, que "buena nueva" es lo que significa la palabra evangelio, y esto lo digo con segundas, y quien quiera entender que entienda. Se me mezclan infierno y evangelio en este párrafo, pero no me viene mal este involuntario tótum revolútum porque es la viva imagen de lo que pasa en un rodaje. Al menos, en este que yo digo, que era de cine independiente, con lo cual se quiere decir que aquí no hay ni un duro y lo que hacemos lo hacemos gratis; que todos, desde la script a la prima donna, subimos y bajamos trastos de la furgona pero mola porque no nos andamos con tonterías ni lujos inútiles como en Hollywood, donde todo está podrido por el dinero y el mercantilismo, y porque cuando estás a punto de mandarlo todo a tomar viento siempre tienes cerca alguien que dice: "Nano, es que esto es cine independiente". Que seremos probes, pero artistas.

Pero como mi dosis mensual de altruismo ya se me ha acabado, ahora mismo cierro esta entrega y ya terminaré otro día de contar esta historia. Que para la pasta que gano yo haciendo esto, ya está bien por hoy.

Hala.