domingo, 5 de julio de 2009

A mí también, cuando era pequeño, me pasaba como a los hijos de mi vecina: que me gustaban mucho las películas de piratas. Yo veía las que podía cuando las ponían por la tele, pero ellos -los niños- acaban de darse, por lo visto, una sesión muy intensa de cine en DVD. Lo sospecho porque de un tiempo a esta parte todo es jugar a que el mayor es Jack Sparrow y el sofá es La Perla Negra. Será que mi imaginación no vuela tanto como la suya: el caso es que me lo cuentan y todo lo que se me ocurre es que el sofá no parece un barco, pero -mira- negro sí que lo van a dejar. Y ya no pienso en legendarias travesías por los mares porque hace tiempo que me cuesta ver el lado romántico de la piratería de cualquier clase. Por un lado, porque me parece que no está bien eso de ir por ahí robando a la gente y dándoles palizas -que eso y no otra cosa es lo que hacían-: que en el siglo XVII ellos eran las bandas de albano-kosovares que hoy se dedican a asaltar chalets y dar palizas a sus ocupantes. No es de extrañar que acabaran casi todos en la horca. Por otro lado -por si lo de antes no bastara para perderles la aficción- tampoco me gusta nada esa manía suya de atesorar bienes en forma de oro, moneda y joyas y enterrarlos por ahí. Siempre ha sido esa una actitud -la de restar liquidez al sistema- nefasta para el desarrollo económico. En el siglo XVII ellos serían los concejales de urbanismo y los cofres del tesoro esas bolsas de Mercadona llenas de biletes de quinientos que dicen que algunos de estos personajes entierran en sus casas.

Si es que toda la culpa es de la literatura y del cine. Escribió uno aquello de "Con cien cañones por banda", y quedó inaugurado este gran malentendido. Imaginad que de aquí a doscientos años los poetas escriben sobre concejales de urbanismo -"Con cien cohechos por banda"- y los héroes de los niños son jefes de bandas de asesinos. Ítem más: que juegan a bandas de concejales de urbanismo albano-kosovares.

Poco predicamento, pues, debería quedarle ya a la piratería. Pero los hijos de mi vecina acaban de ver, al parecer, toda la serie de los piratas del Caribe y no puedo evitar que piensen en clave romántica. Si os cuento todo esto es para explicar por qué me he puesto a escribirles un cuento de piratas. Veréis: a veces los niños y yo nos intercambiamos mensajes. Nos dejamos en la puerta de casa, cogidos con un trozo de celo, papeles con mensajes. Una vez, por ejemplo, les dejé uno en que les retaba a completar un cuento inacabado. Y lo hicieron, y no mal del todo. El otro día, al volver a casa al comienzo de mis vacaciones, les dejé uno que decía, más o menos, "Tened cuidado. He vuelto", y les dibujé además -sin saber lo que iba a desencadenar- una calavera con dos tibias cruzadas. Es que yo no lo sabía. Ahora, todas sus respuestas vienen firmadas por un tal Jack Sparrow y sus compinches, que me atormentan con que no me tienen miedo y con que su barco es mejor que el mío: total, porque -nueva imprudencia- les había escrito que mi barco, El calcetín volador, tenía freno, marcha atrás y aire acondicionado en todas las habitaciones.

En fin, que la cosa ha cogido vuelo y les he escrito el primer capítulo de un cuento de piratas. Esta vez, en lugar de cogerlo con celo en la puerta lo he deslizado por debajo. En espera de su contestación, voy preparando el segundo. Y -por esto el presente post- os los voy a enviar a vosotros también: así mato dos pájaros de un tiro.

Felices vacaciones.

3 comentarios:

Manuela dijo...

Bueno bueno, como ves ... sigo leyendo tu blog .. y .. quiero romper una lanza en favor de los piratas ... se que mi visión también es romantica .. como las niñas, pero es que entiendo que alguien que no maneja las herramientas del Sistema (político, económico, social) tiene que ingeniárselas para reivindicar su individualidad tener su sitio en el mundo, y por qué no, disfrutar de ciertos placeres, a pesar de poner en peligro el sistema económico. Simplemente se rigen por unos valores que les son más cercanos, saben que están fuera de la legalidad, pero crean sus propias redes sociales (antes sin y ahora con internet) y tienen un código de honor, o respeto, como lo quieras llamar que está por encima de su condición de tunantes.
Así que no te permito ningún paralelismo con concejales de urbanismo que a pesar de ser igual de delincuentes que los otros se jactan de tener el poder de la legalidad y se permiten mirar con desdén a los demás, que hace tiempo que olvidaron cualquier código de respeto o de honor y, en la mayoria de los casos tienen menos mundo, sentimientos y cultura que cualquier pirata, por pirata que sea.
Besos y besos.

Manuela dijo...

he dicho no te permito??? que feo suena eso!!! Sorrys mil y dos mil.

Mejor expresado, no me gusta ... estoy en desacuerdo ... no se, pon cualquier otra expresión que suene más respetuosa ... como buena pirata que soy.
Salud!

Angelet dijo...

Bajo ese aspecto feroz se oculta un tierno corazón romántico...