miércoles, 21 de septiembre de 2005

Como no tengo personalidad de ninguna clase y hago lo que veo hacer, pues hoy mismo me doy de alta en un enlace de esos de banda ancha y tarifa plana y, a renglón seguido, me marco un blog. Porque blog hay que tener si quieres ser alguien. Parece contradictorio, ¿verdad?, que quiera ser alguien y a la vez me conforme con no tener ninguna personalidad. Me da lo mismo y además es que yo soy así, que disfruto de mis contradicciones, como dice el anuncio de tabaco. Y eso que yo no fumo, pero los anuncios es que los ves aunque no te interesen, porque están por todas partes y acabas por sabértelos de memoria. Es lo mismo que me pasa con el fútbol, que da lo mismo que no me interese: igualmente acabo por saberme las alineaciones de los equipos, y cómo se llaman los entrenadores, y ya últimamente hasta los nombres del presidente y del consejo de redacción. Yo tengo mis propios gustos, qué caramba, y no voy por ahí obligando a nadie a que se sepa de memoria cuál es mi plato favorito o los nombres de las actrices con las que sueño cuando me apetece soñar con actrices. Cada uno es como es, y yo ya me estoy haciendo un lío, porque he empezado diciendo que no tengo personalidad y aquí estoy defendiendo mis especificidades. Pero yo disfruto de mis contradicciones, como dice el anuncio de tabaco, y lo dejo ya porque veo que otra vez me estoy metiendo en un bucle dialéctico y no voy a poder salir.

Pues viene el técnico de internet y me pone la conexión, y yo le ofrezco una cervecita o una cocacola, que siempre tengo en casa por si viene alguien (normalmente por si viene un amigo, como todo el mundo), pero a veces a los técnicos también les ofrezco, que a esos hay que mimarlos, porque estoy seguro de que tienen el poder de hacerte la vida más fácil o más difícil, según les dé. La mayoría no lo aceptan, y yo sinceramente se lo agradezco, porque la verdad es que me duele gastar dinero comprando alimentos que yo no voy a consumir. Me diréis que está muy feo esto que digo, pero, ¿qué queréis?, yo soy sincero siempre que puedo, y a mí la cerveza es que no me gusta y la cocacola, aunque sí me gusta, la tomo menos desde que ví Super Size Me. En esa peli dicen que los refrescos estos engordan por el azúcar, y a mí estas cosas de la estética personal me preocupan mucho. También he visto los documentales de Michael Moore, que son cosas que en su momento había que verlas.

Bueno, que ya me estoy liando otra vez. Pues os estaba diciendo que el técnico sin cerveza me explica cómo va esto y me dice que ellos (vino solo, pero es que se refería a su empresa) me ponen la línea pero no me configuran el ordenador, y yo le digo que muchas gracias y que ya lo haré otro rato, que ahora estoy leyendo. Así que se va y me quedo mirando la máquina, y me entran ganas de configurarla para conectarme inmediatamente. También es que el libro no lo estaba leyendo de verdad, que lo llevaba de atrezzo. En estos casos suelo ponerme uno en la mano porque tengo la impresión de que los peones de la rama técnica sienten gran respeto por los intelectuales. Bueno, pues resulta que estaba a punto de dejarme llevar por ese impulso cuando un pensamiento me viene a la cabeza y me dice: "Seguro que ese tío está pensando que yo, como todos, en cuanto me he quedado solo, me he lanzado a configurar y conectarme". Y me digo: "Pues no, que se joda. Ahora no me conecto". Pero me he conectado enseguida, y es que, como os decía al principio, no tengo personalidad y a veces casi ni dignidad.


Pero bueno, para esto están los blogs, ¿verdad?: para proclamar a los cuatro vientos las miserias de cada uno. Porque lo que ponemos los bloggers a veces da pena. Pero nos vamos mirando las vergüenzas unos a otros y así lo pasamos bien los que no tenemos otra cosa que hacer.


Bueno, pues ya basta por hoy.

No hay comentarios: