sábado, 15 de julio de 2006

Scientific Informe Semanal

1/ Esta mañana he descubierto América. Pues, sí, y sin salir de casa, como quien dice. Tengo un amigo que odia la playa y que por esa razón va a dejar que su mujer se vaya sola a Formentera. A Formentera vale la pena ir siempre, aunque no te guste la playa y aunque playa sea todo lo que hay en Formentera. Incluso aunque no esté la mujer de mi amigo. Pues yo, que con él comparto muchas cosas excepto la que más me gustaría compartir, también le he tenido siempre a la playa un poco de repelús y la he pisado poco, la verdad. No es que el placer de la playa esté en pisarla, claro, sino que me molestan algunas cosas de ella y al final me paso los veranos en la piscina. En la piscina no se le mete a uno arena hasta en el epigastrio, que es donde se les metió a Mortadelo y Filemón en un episodio de La caja de los diez cerrojos. Pero esta mañana voy y le pido a mi hermano que me deje una sillita de playa que se ha comprado, una de esas de patas muy bajitas que se clavan en la arena y te quedas así como medio tumbado, medio sentado, y así, con la silla, la crema, el libro y la nevera cojo y me voy a la playa yo solito, me apalanco en un lugar tranquilo y, ¡oye!, la mar de a gusto. Claro, por otra parte. Total, que lo he pasado de fábula y me digo ahora que reflexiono: "Pues no está tan mal. Todo era cuestión de venir equipado". Y eso es lo que he descubierto. Ya veis. Tampoco estaría mal una sombrilla, aunque eso lo he descubierto al verme en el espejo, horas más tarde.

2/ Zoofobia en todos los frentes. Parece ser que el otro día, no muy lejos de aquí, una niña fue atacada por un pez. Digo que parece ser porque no me lo acabaré de creer hasta que el PSOE diga que el pez tenía carnet del PP o el PP diga que, dada la edad del pez, es obvio que nació en época del PSOE. Mientras tanto, la mera (¡qué a propósito!) mención del hecho ya ha servido para fastidiarme el complemento ideal de toda visita a la playa. Me refiero a la clásica remojadita en el agua, claro. Yo, ya de por sí, le tengo un cierto respeto a meterme en el mar, porque me asusta eso de no ver dónde piso. Quién sabe dónde apoyas la planta del pie y qué será eso que me acaba de rozar la pierna, por Dios. Y si encima se acaba de dar un episodio en las aguas territoriales de la comunidad autónoma, pues es que ya se me disparan las alertas al modo DEFCOM 2. El fastidio lo he notado más al darse la aludida circunstancia de la carencia de sombrilla: los poco equipados combatimos los calores del sol dándonos una chapuzadita de quant en quant, pero yo, en mi estado de acuática zoofobia, tan sólo a mis tobillos he permitido el solaz del líquido elemento.

Esto de la zoofobia tampoco es un gran descubrimiento, claro, porque ya sabéis que a mi los animales me dejan un poco frío. La otra noche estaba cenando con unos amigos de esos que no se pueden dejar al perro un ratito solo en casa, y vaya murga que nos dio, ladra que te ladra, aquel montón de materia orgánica cubierta de pelo. Así que lo de la playa no deja de ser una variante de lo mismo. Mi problema es que crecí con los dibujos animados de Heidi y en esa serie los prados de hierba de los Alpes eran mullidos como alfombras persas y, sobre todo, carentes de entomofauna, quícir, de bichos. Lo mismo que la carne de los jabalíes de Obélix no tiene grasa ni venas, sólo carne y nada más que carne. Será que los mass media han arruinado para siempre mi relación con la naturaleza, vale, pero yo lo que quiero es un mar que sea agua y sólo agua, prados con hierba y sólo hierba y melocotones sin piel ni hueso. Por eso, al final me paso el verano en la piscina y de postre tomo yoghourt de fresa.

Pero la culpa no es mía, sino de la sociedad de consumo. Besos.

2 comentarios:

MsNice dijo...

es que no lo dan todo fácil y uno sacostumbra.

Anónimo dijo...

pues yo me pienso ir a la playa la semana que viene que cojo minisvacaciones, y pienso tumbarme al sol (si mis dos churumbeles la mar de rebonicos me lo permiten) a tener esa sensación tan agradable de: me parece que me estoy quemando un poco pero¡¡¡qué bien se está tumbadito en la arena!!! y me meteré en el agua y volveré a salir y vuelta a empezar.
Y en cuanto a los animalitos marítimos... a veces es peor la visión de fuera del agua: esos musculitos de gimnasio renegríos por el sol y con el fardapack bien ajustadito (puaj!!) Prefiero bucear un rato a ver si me encuentro a Eduardo Noriega bajo el mar esperándome con una tónica.