Hola. Yo siempre he guardado mi vida amorosa en secreto porque, entre otras razones, resulta ser un secreto tan pequeñito que es muy fácil de guardar. La mía es a las vidas amorosas lo que el 600 al mundo del automóvil: mítica, pionera y al alcance de cualquiera. Mítica porque hay quien duda de que exista, pionera porque nunca he pasado de aprendiz y lo último porque se termina de contar en dos patadas. Por eso no voy pregonándola por ahí: porque no es para presumir. Ahora me llegan quejas de los lectores: que si estoy ocultándoles algo. Pues sí, lo reconozco. Pero no lo hago por maldad, no, sino por vergüenza, pues, ¿acaso no guardamos en secreto lo que nos avergüenza y presumimos de lo mejor que tenemos? Por eso yo no presumo de nada y hago mías las palabras del filósofo: “Sólo sé que no ligo nada”. Dicen que más vale callar y parecer tonto que abrir la boca y confirmarlo, y yo, que creo en el refranero, me apliqué pronto la enseñanza: más vale parecer que no te comes una rosca que contar tu vida amorosa y confirmarlo. Dejo que la imaginación vuele y se me atribuyan romances sin que tener yo que mentir.
Y así hemos ido funcionando desde los remotos y no añorados tiempos de la adolescencia, esa terrible enfermedad. Pero ahora soy mayor y me llegan estas quejas que me tienen pensativo, pues nunca como ahora tuve tanto auditorio ni encontré tanta expectación: nada menos que seis mensajes en el último post. Así que -me digo- quizá tenga una obligación moral con los suscriptores de mi blog y sea de justicia atender sus peticiones. Seamos pues valientes, rompamos el precinto y violemos -dicho sea con buenas intenciones- la amarga etiqueta del top secret. Sí, en efecto: algo hay.
¡Qué alivio! Ya me siento mucho mejor, pues no hay nada como confesar para sentir ligereza en el alma. Y ya se sabe que, una vez dado el primer paso, los demás ya vienen solos. Así que quizá sea sensato descansar y dejarnos ya por hoy de confesiones. Bajemos al bar a tomar unas cervezas para celebrarlo, que yo invito. Qué bueno es romper esos hábitos tan arraigados que parecen haber nacido con nosotros, lo mismo que el hígado o la nariz. Miradme a mí, que nunca había invitado a nada: sabed que yo no nací tacaño, sino que me hice con el tiempo. Intentadlo -cambiar de hábitos, quiero decir, y no nacer tacaños- y os sentiréis como nuevos.
Confidentes besos a todos. Ya me contaréis.
4 comentarios:
eso significa que ahora tienes mejores cosas que hacer y que vas a cerrar la paraeta?
yo también quiero contar mi historia de amor:
...
¡es verdad, ahora me siento mejor!
muchas gracias/efjaristó
Estimado Max, seas quién seas: es un honor que hayas elegido mi blog para semejante ejercicio de sinceridad. ¡Que aproveche!
Estimada MsNice: nunca jamás (por ahora) mientras sigas leyendo y enviando comentarios.
Publicar un comentario