sábado, 8 de noviembre de 2008

Apatrullando el interior, año 2, nº 5

H
ola. Esto es lo que os diría si, por aburrimiento, volviese a imaginar ese zoo fabuloso y espacial del que os hablé en la segunda entrega del Apatrullando, año 2:

“Nostálgicos saludos a la Tierra. ¿Cómo va eso? ¿Se está arreglando lo del cambio climático? ¿Quién ha ganado? ¿Obama o McCain? Es que aquí no se coge la tele terrícola. Aunque, total, como tampoco nos han puesto una, ¿para qué preocuparse? Atrapados en el ecosistema casi terrestre y chiquitín que nos han montado aquí, lo suyo es adaptarse -dejarse de nostalgias- a esta etapa nueva y extraña de la vida. Digo casi porque, aunque en general se parece bastante a la Tierra de verdad, hay una extraña planta en el centro que la veo yo muy rara y me da muy mala espina. No sé si es algo típico de los parques zoológicos de esta galaxia o es que el servicio de documentación ha metido la pata o el tentáculo o lo que sea que meta este tipo de seres. Tampoco es eso lo que más me preocupa. Es de suponer que la convivencia sea lo más difícil de llevar pues -imagino que esa era la intención- la muestra reunida es de lo más variado: la gente muy distinta se lleva muy bien o se lleva muy mal. Espero que la idea no sea que nos devoremos los unos a los otros como si esto fuera una pecera y nosotros peces de colores. Imagino que no, pues parece ser que pagan entrada para vernos. Somos, más que un catálogo, todo un espectáculo: entre nosotros gente que está de vuelta de , nudistas, masones y curanderos; músicos, paracaidistas y novatos; entusiastas, currantes y ateos militantes; vagos, deportistas y frailes exclaustrados, y todo esto tras una ojeada primera y somera. Tiempo tendré -me temo- para afinar y completar la lista”.

Me pregunto qué papel tendrían en el sueño -de seguir con él- las autoridades educativas. ¿Habrá en las galaxias una Conselleria d’Educació? ¿Cómo podría incluirla en este cuento? Como hasta en el espacio sideral ha de haber autoridades, podría hacer que conselleiros e inspectores fueran autoridades de nuestro zoo. Así, por ejemplo, los rótulos indicadores podrían estar en tres idiomas, pues se les habría metido en la cabeza -o lo que les sirva para pensar- que lo más importante, aquí y en la constelación de Orión, es dominar tres lenguas diferentes y que los niños, o lo que sea que nos visite, puedan entenderse con sus amiguitos de todos los rincones del universo. El otro día, sin ir más lejos, comunicaba la Conselleria -la nuestra, la terrícola- que tenía a bien cambiar la estructura y contenidos de determinados exámenes de acceso que se preparan en escuelas como la nuestra. No es que no puedan hacerlo (que para eso mandan), pero no se comprende que cambien estas cosas una vez el curso ha comenzado y los alumnos están matriculados, el material comprado y los horarios hechos:

“El otro día, a eso de las nueve (hora española) las autoridades de esta institución enviaron un mensaje. La comunicación interna -aprovecho para contároslo- se hace por telepatía trilingüe, un sistema puntero y de gran innovación que a este zoo lo ha puesto, como siempre, a la vanguardia del universo y en boca de todos los habitantes de la galaxia. Estamos todos muy orgullosos de estar, por fin, en los mapas estelares, aunque a nosotros, por ahora, los mensajes nos los tengan que traducir. Decía el mensaje -volviendo al tema- que a partir de ese momento debían los bichos u habitantes de cada ecosistema repartirse el espacio de cierta manera concreta, con indicaciones muy precisas de tamaños de habitáculo, distancia entre ellos, animales por cada uno y otras cosas así. Lo malo es que ya nos habíamos, motu proprio, organizado el cotarro y repartido el sitio, pensando más -todo hay que decirlo- en nuestra comodidad que en el servicio al usuario. Ahora no sabemos si desobedecer o deshacer, pues tampoco cómo se las gastan los guardianes de este sitio. Mientras tanto, y por si acaso, nos vigilamos mutuamente y defendemos nuestro espacio”.

Y esto es lo que os diría. Muchos recuerdos y a ver si un día os explico qué significa el “¡Acho pó!”, villenerísima expresión. Au.

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