miércoles, 12 de noviembre de 2008

Un post (fracasado) de amor.



Siendo el mío uno entre un millón
, ¿cómo iba yo a pensar que llamaría la atención -mi blog, tan humilde y poca cosa-, que alguien querría salir en él, que un día me hicieran un encargo? Pero ha ocurrido. Sí: me han hecho un encargo y yo tampoco lo entiendo. Pero -diréis conmigo-, ¿por qué? ¿Querrá, quien haya sido, hacerse famoso? Pero, alma cándida -responderemos juntos-: ¡con la poca gente que nos visita y menos aún nos deja comentarios! O ¿será que quiere, como el misterioso cliente de Mozart, hacerse (como mecenas, ya que no como artista) su hueco discreto en la Historia? ¡Pero, hombre de Dios! -le diremos-, ¿tú nos has leído bien? ¿Quién es el aprendiz de broker literario que te aconseja? Mira que a nosotros la literatura no nos sale, y que nos hace lo mismo que el amor en la canción aquella, cuando le yamas y echa a corré. Mira -terminaremos diciéndole- que hay sitios mejores en que pedir que te hagan un escrito. En fin, que no sé si será porque el mundo anda en crisis, pero el caso es que -ya digo- me hicieron un encargo el otro día y, como dijo aquel, en mi vida me he visto en tal aprieto.


Total, que me reclaman -nada menos- un post de amor. Estoy un poco nervioso porque eso del amor es un tema muy difícil de tratar y espantosamente imposible de definir, y me imagino estar yendo derechito a la catástrofe, pues ya han fracasado en el empeño muchos que eran mejores que yo. Pero, visto que no había manera de rechazar el trabajo, y buscando la manera de sobrevivir -o, cuando menos, de morir con dignidad-, fue mi primera intención recurrir al corta y pega que tan buenos resultados da a mis alumnos de la ESO. Pero hube de dejarlo porque no me parecía que mi cliente -la Jose, mi novia- fuera a creerse que sea mío aquello de quien lo probó lo sabe ni aquello otro de polvo serán, mas polvo enamorado; tampoco estaba seguro de que fuera a sentirse satisfecha si la llamaba llir entre cards o plena de seny; y mucho menos si me arrancaba con lo de me gustas cuando callas. Esta última -por cierto- es peligrosísima y muy buen poeta hay que ser para que la chica no se enfade. Aún así, estoy seguro de que al poeta original le valió una bofetada o cuanto menos una cara larga: ¡mira que hacer un poema para pedirle a su novia que se calle! ¡Estos artistas!


Como parecía que la cosa lo que pide es un poema -es lo suyo, ¿no?, tratándose de amor- y por seguir buscando ayuda, quise pedirle consejo a mi amigo Quique -estoy en sus listas de correo, vosotros no-, que es poeta laureado y sale en el Cervantes virtual, pero recordé que esta del soneto amoroso no es, precisamente, su especialidad, y que no sé yo, de todos modos, si iba ella a sentirse satisfecha si le hablaba de sus aortas azules y de los ciento cincuenta millones. ¿De qué? No lo sé, pero si fueran de euros podría, por lo menos, encargar el trabajo a un poeta pobre -que haberlos, haylos-, amoroso, inteligible y a la venta.


Como es un mundo extraño la poesía para mí, y si no es copiando no soy nadie, al final deseché la idea del soneto y busqué algo más prosaico. Eso, en realidad, tampoco ayuda a quien no tiene talento y aquí sigo, solo ante el peligro. No hago más que darle vueltas al pliego de condiciones -debo incluir en el escrito: guapa (que lo es), lista (más que yo), simpàtica (sus amistades lo prueban), atractiva (sí señor, en invierno y en verano), treballadora (infatigable: me canso sólo de ver su horario)- a ver si jugando con las palabras -decidida (a veces impulsiva), valenta (a veces temeraria), graciosa (con las palabras y los gestos), cuina molt bé (¿estaba esto en la lista?: tendré que repasarla)-, poniéndolas en este orden y luego en aquel otro -amable (siempre), pràctica (a veces implacable), enèrgica (explosiva, más bien; ¿de dónde saca la energía?)- resulta que ellas mismas me dan la solución. Pero no hay manera ni talento y las musas, como en la otra canción y siempre, han pasao de mí. No me asusta, lo confieso, reconocerme incapaz de escribir algo que esté a la altura -pues la suya es mucha y uno tiene sus limitaciones-, sino que crea que no tengo nada que decirle y nos llevemos por eso un disgusto ella y otro yo, pues es cierto que la vull molt, pero también que es tufa perque no sóc molt romàntic. Pero, cuando más nervioso estoy por eso, voy, repaso la lista y encuentro que ella no s’enfada mai y entonces doy las gracias porque no tengo que inventar y esto, como todo lo demás que hay en la lista, es rigurosamente cierto.
Doy fe.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No has fracasado amigo mio, es muy bonito, sigue asi y si a tu chica le gustan románticos ponte la faena de al menos una vez al año, y si es posible por vuestro aniversario escribir algo tierno y hacer público vuestro amor. Mi Romualdo lo hizo asin, durante 30 años hasta su muerte. Y doy fe de que funcionó.

Angelet dijo...

Es que tu Romualdo era todo un tío (y no me refiero al tamaño de sus atributos).

Anónimo dijo...

Romántico no sé si será, pero bonito sí que resulta que a una le pongan por escrito una lista de lo que su "enamorado" ve en ella. Ole por esa mirada. Que os dure.

Realice dijo...

Eso de 'cuina molt bé' me recuerda una canción que cantaba Sinatra, que decía: 'She looks like an angel looks / she cooks like an angel cooks'... que, aparte de ser una rima un pelín traída por los pelos, siempre he pensado que 'his kind of girl' (ése es el título de la canción) lo mandaría al restaurante esa noche :D.