martes, 3 de marzo de 2009

(Resumen del post anterior: el autor tiene un alumno brillante, aunque aún no sabe por qué será que brilla. Ante la primera página de su cuaderno -del brillante alumno-, el autor se halla sumido en la estupefacción).


No, sino contaros -me corresponde- por qué hoy, como os decía, es especial: pues porque hoy ha sido el día en que, al abrir la última puerta de este sepulcro encuadernado, he tenido la dicha de convertirme en el primer ser humano en tener noticia de la magna idea que renovará para siempre nuestra concepción de lo que somos, de dónde venimos y adónde vamos. Hoy -he de acordarme de añadirlo al calendario- me ha sido dada a conocer la nueva y genial Teoría del Bing-Bang.


[Aquí os dejo un momento para reflexionar, relajaros e incluso fumar si os atrevéis].


¿Qué decir? Quizá sea demasiado pronto para valorar la importancia del descubrimiento, pero sí podemos, al menos, ayudar a los futuros analistas con una temprana descripción de las circunstancias del mismo. Porque no me cabe duda de que en el futuro, lo mismo que a sir Isaac su teoría en el trance del manzano, pintarán a este genio en el de concebir la suya. ¿Dónde habrá sido? ¿En el laboratorio? ¿En contacto con la madre Naturaleza? ¿En la ducha, quizá? Intento deducirlo a partir del nombre -de la teoría-: su aparente simplicidad sugiere una mezcla de la vieja y periclitada Teoría del Big Bang con aquel juego -el ping-pong- que tanto gustaba a Forrest Gump. Aunque a mí su sonoro y vibrante nombre me sugiere, no sé por qué, antes que el tenis de mesa las máquinas aquellas de millón que tenían en los bares, aquellas en las que estirabas una palanca y una bola salía disparada a hacer “¡bing!” y “¡bong!” por todas partes, aquellas cuyo campaneo lograba imponerse por encima de las voces, del vapor de las cafeteras y del sonoro tintineo de vasos y botellas. Y entonces me pregunto si la teoría -es más, la Ciencia toda- no habrá nacido así, entre birras, cortaos y campanillas. ¿Y ésta -me digo- habrá de ser la imagen del futuro, la que adornará los engomados sellos de correos, los billetes de peseta, los libros ilustrados de los niños? ¿El genio acodao en la barra? ¿El banquete de los Nobel en el bareto de la esquina? ¿Qué será de nosotros si este es el ejemplo que les damos (a los niños, no a los genios)? Quisiera fosilizar otra imagen más edificante y pienso en el famoso castillo que tenemos en el pueblo -recinto medieval que nos adorna-: ¿no pudo ser que fraguaran sus ideas dando un paseo por la ronda amurallada, en un límpido atardecer, anonadado ante la magnitud inmensa del espacio? ¿No sería ésta una imagen digna de compartir con la de Colón arrodillado en las Antillas las paredes del museo universal? ¿No sería mejor? ¿Eh?


La cruda realidad se impone, sin embargo: el cuaderno, cuyas estancias sigo una por una descubriendo, con tantas faltas de ortografía, tantos errores de bulto y tan mala letra me viene a decir que no, que más cerca estamos del cubata que del foso del castillo, de varios cursos -mal asimilados- de Conocimiento del medio que de los Principia Mathematica; que no tengo por alumno un genio sino uno que, como todos nosotros, sabe lo que sabe por haberlo leído en la caja de los krispis y escuchado entre sueños en los documentales de La 2.


¿Y qué? ¿Acaso sería la primera vez que la Historia se deja maquillar? Dicen por ahí que la verdad no debería arruinar una bonita historia. Al fin y al cabo, aún no sabemos quién fue Jack el destripador, seguimos pensando que hubo guerras justas y que Godoy -pobre don Manuel- fue un político aprovechao. ¿Y no voy yo a convertir mi comprensible error en un hallazgo fenomenal? Diréis que no está bien mentir, pero yo respondo que es difícil
saber quién tiene razón. Yo -por hábito, precisamente- tiendo a no creerme nada. Hacedme caso.

Besos.

4 comentarios:

MsNice dijo...

Pero exáctamente ¿qué propicia esa fluoresencia en tu pupilo?
Es que no me ha quedado claro, oigausté.

Angelet dijo...

Pues, a decir verdad, tampoco yo tengo ni idea. Serán imaginaciones mías. Por cierto, ¿cómo estás?

MsNice dijo...

pues estoy bien, igual -de bien- que usté ahora mismo haciendo de corresponsal internacional en Bruselas con mi senyora hermana. (eso ha sido totalmente gratuito y para que se le queden los dientes largos... hombre!)

Anónimo dijo...

Es admirable que en ese nivel educativo aparezca esa nueva teoría. En el universitario, te puedo referir un individuo que desarrolló toda una nueva disciplina: la "indraulica", y otro que descubrió un nuevo tipo de artrópodos: los "inceptos". ¡Cosas veredes amigo Sancho...!