miércoles, 15 de febrero de 2006

Hola a todos. Esta aventura extracibernética me está sentando de maravilla. El otro día, por ejemplo, un árbitro me expulsó de un campo de fútbol. ¿No es maravilloso? ¿Me podéis imaginar en el banquillo de un equipo de fútbol? ¿Y poniéndome de pie para gritar "¡Uyyyy!" cada vez que uno de mis chicos tiraba a puerta? Pura vida, como decía el anuncio. Parece mentira: yo, que los domingos no me atrevía a poner la radio porque en todas las emisoras ponen fútbol. No es que me vaya a hacer ultrasur ni a abonarme al As, claro, pero lo cuento para que os hagáis una idea de los inesperados efectos que está teniendo el final de mi honey moon con mi PC. Es lo que pasa cuando te desengañas: que te das cuenta de que el ser amado no era tan extraordinario y de que por ahí hay cosas también la mar de interesantes.

Es que soy el más pardillo de mi instisusto y seguramente por eso, porque no se les escapa ni una, vinieron a mí a pedirme que fuera yo su representante, que no encontraban a ningún profe dispuesto a serlo y que, si no, no podrían participar en un fabuloso campeonato de fútbol a nivel nacional. Y, claro, te pillan blandito, viviendo esa crisis existencial en la que te hace tanta ilusión que alguien te necesite, y hasta te parece que son unos angelitos y te los imaginas buenecitos e inocentes y vas y dices que sí. Luego tuve que agarrarlos del cuello para que no rajaran al árbitro, al delegado de campo y a todo el equipo contrario, pero en aquel momento me parecieron niñitos necesitados como los que salen en las historias de Dickens. En cuanto les has dicho que sí, estás perdido:

- Pues el primer partido es este domingo y nos tienes que llevar en tu coche.
- Pero si tengo una excursión con mis amigos.
- Pues te jodes, maestro.

Mis amigos se iban a comer una calçotada y yo allí, el único profe de historia en una reunión de profes de educación física, que se les nota que son de educación física porque todos van en chándal y llevan esas chaquetas sport impermeables, y tú los miras y te imaginas que irían así vestidos incluso el día de su boda.

- ¿Qué tácticas usas con tu equipo?
- Pues yo, la defensa personal.

Pero bueno, la verdad es que tengo que reconocer que al verme sentado en el banquillo empecé a pensar que en lugar de un marrón podría estar viviendo toda una experiencia. Porque sentarse en según qué sitios es toda una experiencia. Recuerdo, por ejemplo, que siendo yo niño y no al revés, mi abuelo me llevó al Ayuntamiento y tirando de influencias me sentó en el escaño del alcalde en el salón de plenos. Pero no os llevéis las manos a la cabeza, porque no corrí ningún peligro, ya que no había ningún político por allí y además no es contagioso. Y, aunque los hubiera habido, no iba mi abuelo a consentir que me hicieran nada. Otros asientos dignos de mención son los de las peluquerías, porque me ponen en el brete de tener que darle conversación al peluquero, que es lo que me parece a mí que pide la buena educación. No es que tenga nada contra los peluqueros: lo que pasa es que a mí en las peluquerías siempre me entra sueño. Cuando era pequeño me llevaban a un peluquero italiano que lo que tenía de extraordinario era que con tantos años como llevaba en España no había conseguido aprender español pero sí había logrado, milagrosamente, olvidar el italiano, con lo cual comunicarse con él era una labor complicadísima. A mí, en lugar de hacerme crecer una mínima vocación por aprender idiomas, me sirvió para aprender que es mejor esconderse que afrontar los problemas, y así adquirí la costumbre de hacerme el dormido para no tener que mantener un diálogo en aquella jerga incomprensible. Por eso hoy en día a mí los sillones de peluquería me dan sueño aunque el artista sea de Valladolid.

Lo del banquillo fue distinto, ya digo. Sentarme allí y volverme hooligan fue todo uno. Pero ahora, con una cierta distancia espacio-temporal, ya no me atrevería a asegurar que el árbitro fuera de verdad todo lo que le dijimos que era, y hasta podría reconocer que no estuvo del todo desacertado cuando nos sacó la roja al banquillo entero y nos tuvimos que ir. Ahí fue cuando mis chicos empezaron a disgustarse un poquito y yo a volver en mí, no sé si a causa de haber despegado mi culo del transformador asiento o a causa de los planes de venganza que empezaron a captar mis oídos. Entonces empecé a lamentar no ser de verdad un profe de educación física, que supongo que saben de técnicas de lucha.

Las noticias vuelan y al día siguiente a las ocho de la mañana, aún antes de entrar en el instisusto, me rodearon unos alumnos y mirándome con admiración (como nunca me habían mirado antes y nunca me volverán a mirar), me preguntaron:

- Maestro, ¿es verdad que le llamaste hijo de puta al árbitro?
- No, claro que no. ¡Que soy el maestro!

Las noticias vuelan, ya digo, y parece ser que la calçotada estuvo de cine y la salsa romescu de fábula, pero a mí me vale la pena si el cuento le llega a mi PC y se entera de que estoy aprendiendo a vivir sin él. ¿Cuál será la próxima experiencia? El mundo real me está esperando.

Como dice siempre Lucky Luke: "I'm a poor lonesome cowboy, and a long, long way to home", que no sé qué significa (ya digo que lo del peluquero me vacunó contra los idiomas), pero para terminar queda muy bien. Besos.


2 comentarios:

MsNice dijo...

Lo de instisusto lo has puesto adrede o es una errata?
Besos.

Anónimo dijo...

¿qué ha pasado con la entrega del 22-F?
estamos esperando ansiosamente!!!
esto para animarte a seguir escribiendo porque como hay pocos comments a lo mejor pensabas que no tienes lectores... ¡¡¡PUES NO ES ASÍ!!! Osea que...ánimo