domingo, 16 de abril de 2006

Hola. El otro día les contaba yo a mis alumnos que el homo sapiens es un animal. Y ellos, por lo tanto, también. No les digo estas cosas por maldad, sino porque se trata de un contenido curricular. El caso es que se levantó una lógica ola de indignación y hasta el Kevin se sintió necesitado de decirme:

- Maestro, yo no soy un animal.

Yo me sentí necesitado de contestarle:

- Pues por la hostia que le has metido al Christian en el recreo no diría yo lo mismo.

Pero, en fin, me contuve y me fui por las ramas de la evolución y la selección natural, absteniéndome, eso sí, de cualquier referencia a la teoría del diseño inteligente, que nada más que les faltaba eso a estas nuevas generaciones de la clase obrera que se están criando la mar de reaccionarias y tal.

Hablando de selección natural, lo que ocurre es que me parece que el que se extingue sin remedio soy yo. Por un lado, porque parece que nadie se anima a seleccionarme para lo que es natural. Por otro, porque me siento cada vez menos adaptado al medio. Lo mío, eso sí, es un caso de inadaptación espacio-temporal. Diréis que cómo es posible eso, precisamente en un licenciado en Geografía e Historia. ¿Habrá alguien más consciente del espacio y del tiempo? Pero, mira. Son cosas que pasan.

Mi mala adaptación la estoy sufriendo especialmente en estos días festivos. La verdad: yo no sé si a todo el mundo le pasa lo mismo que a mí, pero yo es que me doy cuenta de que no sé gestionar el tiempo libre y hay que ver lo que esto me angustia. Se supone que vivimos en la era del ocio y si no sabes manejarte con tu tiempo de ocio resulta que lo tienes más crudo (evolutivamente hablando) que un loro en Groenlandia durante la Edad de Hielo, uno o dos. Esta es mi inadaptación temporal. Vale, sí, ya sé que ese es el menor de vuestros problemas, y que todos estáis la mar de ocupados con la educación de vuestros hijos, pero como yo me voy a extinguir, pues tengo mis propios problemas y esto es lo que hay. Por cierto, que antes de seguir voy a pediros perdón y comprensión a todos. Lo digo porque quiero que sepáis que ahora estoy teniendo esas tan envidiadas vacaciones de profesor, aunque puedo aseguraros que no las estoy disfrutando nada de nada. Este es el problema, precisamente: una especie viva (yo) que no sabe aprovechar las oportunidades (dos semanas de vacaciones) que le ofrece el medio (la Conselleria de Educació), pues está claro que tiene los días contados. Noto ya la indiganción de todos aquellos que habéis vuelto al trabajo, y lo comprendo. Pues esto no es nada: pensad que este jueves me marcho de viaje a Viena, la ciudad en la que se inventó la tarta Sacher (por eso voy) y en la que, además (para mí sólo como atractivo de segundo orden) vivieron Fisher von Erlag, Mozart, Schubert, Beethoven y la anoréxica de la emperatriz Sissi. También el déspota de su marido Francisco José, aunque en la película sólo sale su vertiente de galán y príncipe azul. Para mí, el mejor de la peli era el padre de la novia, que era un noble terrateniente de provincias la mar de campechano, simpático y vividor, que es lo que me gustaría ser a mí.

Interrumpid por un momento vuestras maldiciones y escuchad mi análisis. No es muy darwiniano, precisamente, pero quizá sirva para que me perdonéis. Si no os convence, al final podéis mandarme al blog todos vuestros insultos. Los recibiré con sumo placer, aunque esta sea una actitud evolutivamente inexplicable.

Mire usted: lo peor que hay es compararse con los demás, y yo creo que esa es la primera fuente de mis angustias. A mí es que desde siempre me parece que todo el mundo se lo monta mejor que yo y he ido por ahí obsesionado por saber la gente a qué dedica el tiempo libre. Por ejemplo, llega un puente y aparecen debajo de las piedras los que tienen unos días de reserva en una casa rural. Resulta que la tenían desde hace tres meses. Y yo me quedo en casa diciendo "¿Qué hago aquí encerrado perdiendo la oportunidad de pasar por ahí unos días deliciosos?". El año pasado, al darme cuenta, estuve a punto de coger y marcharme a Córdoba, que dicen que está muy bien y encima ya estoy harto de explicar en clase la mezquita (la que tienen ellos) sin haberla visto nunca. Eso me da cierta sensación de vendeburras que es un poco desagradable. Bueno, pues pasó que no me animé al pensat i fet y me quedé en casa. Todo esto demuestra, por cierto, que
además de ser muy poco de esta época también debo ser muy poco valenciano, porque valenciano de soca parece que es el que lo hace todo sin pensárselo dos veces. O sea, que me encuentro doblemente inadaptado: en el tiempo y en el espacio. Eso me recuerda, por cierto, a esa intervención del guardia civil en la película Airbag que es el mejor momento de todo el filme.

Esa (la torpeza para planificar mi tiempo) es una de las fuentes de mi desazón. Dicen que una de las habilidades sociales que adquiere el funcionario es el control del calendario, o sea, que a comienzos del 2006 te sabes de memoria todos los puentes que hay de aquí al 2015. Yo no llego a tanto. Será que me falta experiencia, pero como me voy a extinguir me pregunto si me dará tiempo a adquirirla. La segunda fuente de problemas es la sensación de que tengo siempre muchas cosas que hacer y no puedo permitirme el tiempo libre. Ahora mismo, y no lo digo por joder, me da la sensación de que no me puedo ir a Viena, de tantas cosas que tengo pendientes.

Y, ¿cómo es que tengo tantas cosas pendientes? Pues, a su vez, por dos razones. Una es que allá por septiembre, cuando los profes nos organizamos el curso que está a punto de comenzar, sufrí un repentino ataque de autoestima y me apunté a tantos cursillos y actividades que ahora no doy abasto. Y esto es culpa de la psicología, que si me hubiera dejado en mi tradicional estado de complejo de inferioridad, en el que me siento tan a gusto (y tan adaptado, por cierto), ahora podría yo irme por ahí al cine, a comer con mi mamá o a tomar el sol a la playa. Pero es que esto de manipular las conciencias es muy peligroso, tanto o más que manipular las células madre, y me pregunto a qué está esperando la conferencia episcopal para lanzar su anatema contra el colegio de psicólogos.

La otra razón que explica mi apretada agenda es que no sé gestionar el tiempo libre. Sí, ya sé que ese es el planteamiento mismo del problema y no puede, en buena lógica, ser también la explicación, pero, a mí ¿qué? Lo único que es cierto es que se me pasan las horas sin que me dé cuenta de qué he estado haciendo. Soy la única persona en el mundo que no utiliza la agenda para anotar qué va a hacer sino para anotar qué ha estado haciendo. Al llegar el fin de semana me gusta pasar un mal rato lamentándome del tiempo perdido. Por eso he dicho tantas veces que yo tendría que haber nacido ocioso aristócrata en tiempos menos acelerados, y quizá esa es la razón última de que me sienta tan poco representativo de mi tiempo y de mi espacio. En lugar de valenciano de clase media de los siglos XX y XXI, maharajá indio en el siglo XIX. Por ejemplo. Lo que está claro es que soy como una reliquia viva de otros tiempos. Por eso
Parque Jurásico es y siempre será mi película favorita y lloro tanto cuando muere el velociraptor.

Por la misma razón mi gran héroe es H.G. Wells, el de la máquna del tiempo, que es el invento que a mí me gustaría probar. Por cierto, que tengo mi propia teoría sobre la máquina del tiempo y las posibilidades de que
pueda existir un invento así, pero ahora no la explico porque, como podréis comprender, no tengo tiempo y no voy a perderme en más explicaciones si no me las pedís.

Así que me despido con un rápido saludo para todos aquellos que volvéis al trabajo. Y no lo digo por joder, lo juro una vez más.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Éste es el post ideal para que reaparezca tu antiguo contrincante, que para más INRI será enfermero o algo así y habrá tenido doble turno todas las Pascuas.

Anónimo dijo...

Vamos, en conclusión:
- no sabes gestionar tu tiempo libre
- pero te vas a Viena de vacaciones
- básicamente a comer tarta sacher
- eso sí, después de 4 días de pre-vacaciones, preparándote psicológimamente para el viaje

¡¡¡Y NO LO DICES POR J....!!!

Si no fuera por el cariño que te tengo y porque me quedaría sin tu blog quasi-semanal

¡¡¡YO TE MATO!!!