miércoles, 14 de diciembre de 2005

De la tarta Sacher de Viena a la napolitana de chocolate del bar del instisusto. Esto no es el título del próximo Premio Planeta, sino el resumen de mis andanzas de estos últimos días. Digo resumen porque debería decir "napolitana de chocolate de cualquier pastelería que me encuentre por las calles de mi pueblo". Dicen que el chocolate crea adicción y también dicen que está feo que en un texto salga la misma palabra tantas veces en tan poco tiempo, pero yo digo que siendo chocolate no es lo mismo y que además a partir del próximo 1 de enero se va a poder seguir comiendo napolitanas de chocolate en recintos cerrados de cualquier tipo, con las únicas excepciones, quizá, de los tanatorios, los museos, las filmotecas y las salas de conciertos, que son lugares un poco muermos a los que no suelo ir y en los que de todos modos se le van a uno las ganas de comer, de tanta naturaleza muerta que contienen. Hombre, a la ópera sí que voy a veces, pero es más por una cuestión de prestigio social que de gustos artísticos. Pero como lo que hay que hacer es destacar, lo que he hecho yo es ir a la ópera de Goteborg, que está en el puerto de esa ciudad, y no a la Scala de Milán, que está en Milán. Obviamente.

La ópera que no creo que pise en mi vida es la de Viena, porque la pobrecita no tiene nada que hacer contra la avasalladora competencia que tiene con la pastelería original de la tarta Sacher. A mí es que Viena, de siempre, me sugiere pan y chocolate, como si fuera una merienda y no la capital de un país, y eso (la sugerencia, no la capitalidad) me pasa porque mi abuelo a la barra de pan le llamaba una viena de pan, y no una pistola, como dicen en Madrid, que es un lugar a mi entender bastante menos elegante que Viena aunque tiene la ventaja de que, vaya, allí me hago entender, que es lo que no me pasa en Viena, aunque lo que importa es que chocolate se dice más o menos chocolate, es una palabra que se dice de forma parecida en Viena y en Madrid, y gracias a esa característica de la palabra (chocolate, no Viena ni Madrid) puedes pedir una Sacher en la pastelería Sacher de Viena, que es una capital (Viena, no la tarta Sacher) lo mismo que Madrid. En Madrid tienen una tienda que vende turrón y se forman colas muy largas en Navidad, y eso que el turrón no es típico de Madrid del mismo modo que la Sacher es típica de Viena. Aunque no sé porqué mi abuelo le llamaba viena a la barra de pan, porque esa forma de modelar el pan yo creía que es lo que los angloparlantes llaman pan francés, a propósito de lo cual comento que París es la capital de Francia del mismo modo que Viena lo es de Austria y Madrid de España, pan, chocolate, Sacher y turrón, y en las tres ciudades hay ópera y tienen en común que los reyes que viven en Madrid han venido siempre de Viena o de París. Los del belén, en cambio, venían de Orente.

Total, que llevo unos días cediendo a todas mis tentaciones, de goloso en el mundo analógico y de curioso en el mundo digital. Ayer, por ejemplo, estuve viendo fotos de Groenlandia y a punto de comprarme una guía turística de esa isla tan snob, porque me entraron tentaciones de irme de viaje allí, que eso es algo que no ha hecho nadie que yo conozca en ninguno de mis dos mundos. Pero cuando le pregunté a mi blog si podía subirle alguna foto me dijo que no, que lo nuestro era demasiado íntimo para poner imágenes de otros, y menos imágenes tan frías, y que cosas como esa han terminado con relaciones más estables y que torres más altas han caido. Y tiene razón, la verdad, porque para qué voy a arriesgar esta situación tan bonita que estamos viviendo, y que a mí me ha aportado tanto prestigio entre mis amistades analógicas y digitales. Tanto prestigio, que ayer fantaseé un rato con la idea de hacerme llamar Héroe de los Dos Mundos, como Garibaldi. Lo único es que el color rojo de los Camisas Rojas de Garibaldi lo encuentro un poco vulgar y así como un nosequé sanferminero, y no me parece nada apropiado para entrar en Sacher, ir a la ópera ni comer chocolate, sea en Madrid, en Viena o en París.

Besitos.

6 comentarios:

MsNice dijo...

No sé si serán las altas horas de la noche, pero no he entendido palabra. ¿qué es esto un experimento dadaista?
Ale, a dormir, que ya tocan.

Anónimo dijo...

Tengo la impresión que tu pasión por el chocolate debe de ser el fruto de un trauma infantil. ¿No eras ese niño triste que siempre merendaba bocadillos de salchichón y miraba con envidia como sus compañeros zampaban bolicoas? ¡Me acuerdo de tí! Cuanto tiempo! Así que, ahora eres blogger...

Anónimo dijo...

pues la tarta sacher de mercadona está bastante buena. para una emergencia... y no hace falta que te vayas a viena ni a groenlandia.

MsNice dijo...

Yo hago una sachertärte bién decente!
A ver si me das una escusa para hacerla, Angelet.

Anónimo dijo...

Ah, vale, ya entiendo... es un caso de desdoblamiento de personalidad, sí, pero de otro tipo.

Anónimo dijo...

Tanta repetición de palabras... este blog se recrea en las formas y pierde su contenido. Hoy no has dicho nada de tebeos...que raro. El chocolate parece que va a ser dificil que desaparezca.