jueves, 1 de diciembre de 2005

Hola. Me han dicho algunas personas de buen corazón que mi blog se está poniendo un poco serio y me preguntan si es que me pasa algo. Yo me alegro de que haya amigos que me aprecien y por esa misma alegría que me entra ya me apetece esforzarme en poner algo gracioso. Pero llego a casa y resulta que se me ha estropeado la calefacción y mi casa ya no es un piso en un país de clima templado sino lo más parecido a un igloo que pueda darse en estas latitudes. Con este frío que estoy pasando, ¿cómo queréis que escriba cosas graciosas? Todo empezó el viernes por la mañana, cuando me disponía a ducharme para quitarme de encima, antes de ir a trabajar, olores inadecuados. En mi caso, esto quiere decir olor a sábana que hace tres semanas que no cambio y a pijama que nunca me acuerdo de lavar. Es lo que tiene ser frikie, que usas poco la lavadora. Y no por pereza, sino porque nunca te acuerdas de ella. Nosotros, los frikies, lo que tenemos en la cabeza son cosas extrañas como, por ejemplo, un tebeo malísimo pero que queremos tener por el único hecho de que es una edición rara o un escaparate de una tienda de antigüedades chungas en la que tienen un aparatito de caramelos PEZ con la cabeza de Astérix. Pero la lavadora, lo que se dice pensar en ella, poco, la verdad. Y lo que ahorramos en agua, jabón y electricidad lo gastamos en consumibles chorras.

Bueno, pues que estaba el viernes esperando que saliera el agua caliente, y espera que te espera y el agua que no salía. Y yo temblando de frío, ya os podéis imaginar, a esas horas y con lo que está cayendo. Así que ni corto ni perezoso me voy a la caldera a ver qué pasa y veo en ella una lucecita verde que se enciende y que se apaga, pero me entero al leer un letrerito en la caldera que resulta que no se llama "lucecita" sino "piloto" (a lo mejor porque "lucecita" resulta un poco cursi en lenguaje técnico) y que no se dice "se enciende y se apaga" sino "parpadea". Así lo explicaba el letrero. Y, la verdad, entonces me asusté un poco porque eso de encontrarme en casa, así, sin estar preparado, con un piloto verde que parpadea...qué queréis, le pone los pelos de punta al más pintado. Crees que vas a encontrar una lucecita en la caldera y en lugar de eso te topas con un viejo conductor de aviones un poco salido que te hace con los ojos señas indecentes, y a mí, lógicamente, esa situación me dió un poco de miedo, más cuando estaba en la galería de mi casa, solo, a esas horas y en porreta. Y como además en estos aprietos a los miedosos la imaginación se nos dispara, me pareció que oía claramente a través de la radio, que en ese momento dejó de ser radio y de anunciarme que llovía en La Coruña, algo así como "El comandante Rodríguez" -pongamos por caso- "le saluda y le anuncia que en los próximos veinte minutos tiene pensado hacerle esto y aquello y le aconseja que se relaje y disfrute del vuelo que le va a dar". Y ahí ya no recuerdo si temblaba más de miedo o de frío. Y el agua caliente sin salir.

Ahora, que yo no sé si es peor el frío o el miedo. Para mí, el viejo dilema platónico "¿Susto o muerte?" es más bien "¿Frío o miedo?". No sabría elegir y si me ocurriera como al protagonista de 1984, que lo envían a la famosa celda 101, en la cual a cada preso se le tortura con lo que más miedo le da, seguro que me pasaba un buen rato dudando y al final los guardias se hartarían de mí y decidirían que lo mejor era matarme a sustos en una celda fría. Y sin embargo, el fin de semana pasado, en este combate interior, venció el miedo por goleada. Os lo cuento porque hay confianza. Me fui al cine a ver una peli de miedo, esa del exorcismo de Emily Rose. Como peli es una basura, pero a mí qué más me da. Esas imágenes pensadas para asustar a los adolescentes en las que, por ejemplo, la cara de un compañero de clase de repente se transforma en la cara de un demonio, a mí es que me producen tal impacto que luego creo que voy a entrar en casa y al mirar en el espejo del ascensor me voy a encontrar un demonio que me quiere devorar. Y ya no me atrevo durante días a mirarme en los espejos ni a asomarme a las ventanas. Pues como salí del cine a las tres de la madrugada y era tan de noche y estaba todo tan oscuro, no me atrevía a irme a casa, así que decidí, a pesar del frío, ponerme a dar vueltas por la ciudad hasta que estuviera tan cansado que al llegar a casa no pudiera pensar en nada más que en irme a dormir. Y me dediqué a dar vueltas y descubrí cosas interesantes de mi ciudad, como por ejemplo un bar que no cierra nunca y que a las cinco de la mañana está lleno de putas y borrachos. Y que ese día tuvo como cliente, además, a un frikie cobarde al que le daba asco que las coderas del jersey se le quedaran pegadas a la mesa. Miserias de cada uno, qué le vamos a hacer.

Total, que estoy pasando una semanita deliciosa, temblando de los pies a la cabeza y del mouse a la CPU. A mi blog, antes de irnos a dormir, le pongo una bufandita. Pero sigue empeñado en no tomarse la couldina. ¡Serà cabezota!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Despues de ver una peli de miedo una bonita excursión nocturna a un bar pegajoso de piraos y putas despues de dar vueltas sin rumbo de madrugada por la ciudad.
Curioso friki, que busca aquello que mas miedo le da. Igual no lo eres tanto como pretendes.

Anónimo dijo...

Mira tío... Rezumas clasismo por los cuatro costados... Pero del peor... O sea, del que va de progre pero mira por encima del hombro al currante que va a su casa y aparenta que lee llevando un libro en la mano para apabullar al que da por hecho que no ha leído un libro en su vida... Siempre me ha dado mucho más asco este tipo de personas que tan bien representas que el derechón que no engaña a nadie y asume lo que es sin complejos... Y lo más triste de todo esto es que tú, teóricamente, te encargas de formar o, mejor dicho, de deformar a los chavales que se empiezan a formar en la vida...

Anónimo dijo...

Pobresito--
Es que, usted parece un buen hombre. Si necesita un lugar bien caliente, pue, aqui me tiene. Y no soy estrictamente puta como las del club nocturo donde fue.

Anónimo dijo...

pero lo realmente importante no lo ha desvelado. ¿se duchó?