miércoles, 4 de enero de 2006

Hola a todos. Pasado mañana llegan los Reyes Magos y yo no me la juego: voy a portarme todo lo bien que pueda. Vamos, como que me voy a ir a la cama ahora en seguida y ya no me levanto hasta el viernes. Que no se diga. Yo soy muy respetuoso con las normas, y más si me estoy jugando los regalos. Recuerdo que cuando era pequeñito mis padres insistían sobre todo en este precepto de irse pronto a dormir. El de portarse bien, así en general, ya se daba por supuesto y valía para todo el año, pero este de acostarse pronto cobraba en estos días un nuevo valor: resulta que si llegaban los Reyes y te pillaban por ahí, despierto, te quedabas sin regalos. Esto ya asustaba per se, hay que reconocerlo, pero lo que iba a contaros es que yo, además, tenía un estímulo extra. Lo cuento, sí, pero con la condición de que después no os riais de mí. Pues eso: que yo estaba encantado con los regalos de los Reyes, pero tenía un miedo atroz a encontrarme con ellos. ¡Imaginad! Yo me hacía mis cuentas: si lo del Niño Jesús pasó hace unos 1970 años (cuando yo era pequeñito, se entiende), y encima para entonces Melchor, Gaspar y Baltasar eran ya unos abueletes (al menos en el belén de mi casa), eso significaba que cada uno de ellos tenía ¡más de dos mil años de edad! ¡Dios mío de mi vida y de mi corazón! ¡Dos mil tacos! Y, ¿qué aspecto tiene uno al cumplir los dos mil?, me preguntaba. Y hay que tener en cuenta que entonces las cremas antiarrugas no eran tan eficaces como hoy, y tampoco creo que pudiesen congelarse como hizo Walt Disney. ¿Leísteis en el post de la semana pasada lo que pienso sobre las momias de Egipto? Pues eso es lo que yo imaginaba que me iba a encontrar si me quedaba despierto: tres momias vivitas y coleando paseándose por el pasillo de mi casa. ¡A buenas horas me iba a quedar yo despierto! Me metía en la cama antes de que me lo mandaran y me escondía por entero debajo de las sábanas para no dar ocasión a que mi mirada se cruzara con la suya. En mis pesadillas, Baltasar giraba su cabeza y me dirigía una mirada luminosa que surgía como un rayo del interior de las cuencas resecas de sus ojos de momia. Seguramente la imagen la saqué de algún capítulo de Mazinger Z, pero la verdad es que para mí la noche de Reyes tenía un puntito zombi de lo más chungo.

Pero no es por eso que ahora que soy mayor no salgo de fiesta la noche del cinco de enero, no. Yo ya soy mayor y no tengo miedo de esas cosas. ¡Por favor! Para mí estas fiestas es que son muy de quedarse en casa con un colacao calentito con galletas y viendo en la tele los dibujos animados. Me parece muy malvado eso de cogerse una cogorza en Navidad o irse a tomar el sol a Cancún. Bueno, vale que me ido un par de días a Madrid, pero eso ha sido para reencontrarme con la familia y los amigos. O sea, que entra dentro del espíritu navideño más fetén.
La Navidad es mejor si uno sigue las tradiciones a rajatabla y durante unos días cree de verdad en la Armonía Universal y en que tó er mundo é güeno. Lo que yo recomiendo es, allá por el veinte de diciembre, darse una sesión de ¡Qué bello es vivir! para ponerse en situación y tirar p'alante hasta el día de Reyes. Ver esta película es como ir a la peluquería antes de una boda: para llegar a la fiesta arregladito.

La excepción es la Nochevieja, claro. Pero este año es que estuve un poquito lento de reflejos y se me vino la fiesta encima y yo con estos pelos. Total, como os podéis imaginar, que me aburrí de lo lindo. Estuve arrastrándome de bar en bar con un par de amigos tan colgados como yo y a eso de las cinco de la mañana estábamos haciendo globitos de los condones que llevábamos preparados por si, para variar, empezábamos bien un año. Nosotros es que con los condones sabemos hacer todo tipo de trucos y manualidades. ¡A ver! ¡No vamos a dejar que se estropeen dentro de su funda! Eso sería tirar el dinero. Lo que me indigna es que caduquen tan pronto: que te compras uno y tienes que usarlo antes de tres años. No hay derecho, hombre. Que hay que ser un casanova para no perder la inversión. Es lo que yo les digo siempre: "Para la próxima Nochevieja en vez de condones compramos chicles, que por lo menos se pueden comer". Y no me repliquéis con lo que estáis pensando, por favor, que aún podrían oíros Sus Majestades y ya la hemos cagao.

Hoy he visto en un periódico las formas de celebrar la Nochevieja que tienen por ahí en muchos pueblos de España y he pensado que voy a tomar nota para contárselo a mis amigos, a ver si a la próxima va la vencida y nos lo pasamos bien. Yo, por mí, me quedaría con un pueblo en que hacen una carrera en calzoncillos y de ahí se van a la verbena y a la juerga. Seguro que me dirán que cómo quiero que triunfemos si las mozas del pueblo nos ven en calzoncillos, pero yo he pensado en decirles que tenemos todo un año por delante para ir al gimnasio y apuntarnos a eso del body building. Yo ya me estoy animando y creo que voy a presentar un PAI para la zona del estómago, a ver si me la recalifican y me edifico en ella la famosa pastilla de chocolate.

Pues eso es todo por ahora. Os deseo que los Reyes os traigan todo lo que habéis pedido. Y pensad que este año es muy bueno, porque Reyes cae en viernes y tenemos todo el fin de semana para jugar con los juguetes. ¡Qué rollo, esos años en que cae en martes y al día siguiente hay que ir al cole!

1 comentario:

Anónimo dijo...

El año que viene te veo haciendo pompas de chicle dentro de los condones mientras corres en calzoncillos pelao de frio. Gran diversión findeañera. Si llevas dos tragos de sangria encima quiza sea divertido.