jueves, 10 de abril de 2014

Serie SENSE NATI!, segunda época. Yoguiyosemiti.


YOGUIYOSEMITI

Y luego están los osos. Osos, sí. También hay guardabosques, de esos que llevan un sombrerito verde que parece una tienda de campaña, como aquel que intentaba evitar que Yogui les "robara el sandwich a los excursionistas". Pero el guardabosques de este país no da ningún miedo -no sé por qué-, a diferencia de otros agentes de la ley. Será porque parecen más guías turísticos que policías, porque no usan esas gafas de sol tan chungas o será porque acaba uno por aprender que Yogui y Bubu no molan nada, si es que se te van a comer el bocadillo y arruinarte la excursión. Es como aquello de Heidi y la señorita Rottenmeier que decía un amigo mío y que ya puse antes, en algún post antiguo que no voy a buscar ahora. Vosotros mismos.

Viene la Jose y me dice: "Saps que n'hi ha osos, a Yosemite, i que es diu que s'ha d'anar amb molt de compte? Sembla que han arribat a atacar la gent", y se queda tan pancha, la tía, y sigue tomando su five o'clock tea, que a veces parece que esté pasando el tiempo en Cambridge y no en Cincinnati. Y a mí, que estaba preocupado por si debería coger un forro polar, o me bastaba con la rebequita, por si refrescaba, se me vino a la cabeza la idea de una bestia peluda y tremenda que haría parecer civilizado al mismísimo Chewbacca, una bestia que estaría esperando a que me bajara del coche para comerme enterito. Y a mi sandwich, de postre. ¡A mí, que la idea de oso que yo tengo es una mezcla de Yogui y de Winnie-the-Pooh! ¿Y se supone que iba a pasar el día exponiéndome, voluntariamente, a semejante bicho? Yo, la verdad, ya tenía bastante con el oso disecado que había visto en el museo de ciencias naturales de Onda, que nos llevaron en el cole, excursión a la que nunca agradeceré bastante, por cierto, que me extirpara de una vez y para siempre el gusto por la naturaleza. ¡Qué gran cosa es la educación!

Afortunadamente, el miedo al oso me duró poco. Dicen que un clavo saca otro clavo -aunque yo, que respeto mucho al refranero, este precisamente no lo pillo. La cosa es que Yosemite (pronunciad "iosémiti" si queréis ser el centro de todas las reuniones, como aquel pardillo que anunciaba el curso de guitarra de CEAC) está bastante altito, y no se trata de subir a una cumbre de la Calderona, sino a las Montañas Rocosas, que no son precisamente un chiste. Vamos, que la carretera es de esas que ofrecen unas vistas espectaculares, especialmente ese tipo de vista que más que vista es visión: quiero decir, que me veía despeñándome a cada curva. Y la Jose venga a mirar a los lados, y yo a explicarle que lo que tenía que mirar era la carretera, que las Rocosas estaban ahí desde hace millones de años y no pasaba nada por esperar unos minutos más para verlas mejor, desde arriba.

¿Arriba, dices? Pues espera, que encima se pone a nevar y la carretera se llena de nieve, y de hielo, y ya te puedes imaginar el cóctel explosivo que mi cabeza iba formando con los siguientes ingredientes: curva, abismo y resbalón. Adereza con la Jose conduciendo igual de rápido y mirando a los lados, y sírvelo en copa. Y encima que en la carretera no se pone la Guardia Civil, como en España, a decirte "de aqui no pasas si no llevas cadenas". En los USA todo es "at your own risk", y ya te apañas. Es que obligarte a llevar cadenas va, por lo visto, contra su freedom. Hombre, es cierto que parecen bastante incompatibles, los conceptos de freedom y de cadena, pero en este caso...yo lo admitiría. Es más, pensando en la combinación de todo lo que había vivido hasta el momento, pensé decirle a la Jose: "¿Y si la cadena, en lugar de al neumático, se la ponemos al oso y nosotros nos bajamos a tomar un cola cao?". Pero no me atreví, porque como dice el refrán, "El hombre y el oso"... Tampoco sé qué se quiere decir con eso, pero es que esto ya se me hace largo y en los USA no hay cola cao. ¡Qué país! Otro día sigo. Au.

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