viernes, 5 de octubre de 2012

Sèrie SENSE NATI! Primera època (¡Ahora en castellano!): Ya tenemos coche, 2

Todo muy poco solemne, como se puede ver. No esperaba uno que hubiera una banda de música, pero sí un poquito de protocolo. ¡Por favor! ¡Que tener coche es casi como hacerse ciudadano americano! Es más, yo tengo la teoría, visto lo visto, de que andar es poco menos que antiamericano, y que si te pillan dando un paseo se te puede acusar de comunista. Pero, ¡qué va! El hombre que nos lo vendió ni se lavó las manos. Eso lo sé por la intensidad del negror transungular, que es una manera que me he inventado de decir que tenía las uñas más negras que la conciencia de los gestores del servicio de atención al cliente de Orange. "¡Hombre! -diréis- podría ser que hubiera estado, un rato antes, trabajando en el taller". Es cierto que había un taller, sí. Pero yo creo que en un concesionario español no dejarían que a un vendedor le faltaran al menos cuatro dientes en la parte delantera y más visible de la mandíbula superior -lo cual, por cierto, dificultaba mucho nuestra ya de por sí escasa capacidad de comprensión del idioma-: digo yo que lo hubieran dejado en las oficinas, por lo menos. Ni tampoco hubiéramos puesto tanta atención, al sacar el coche para probarlo, en no atropellar al niño, que andaba por ahí con sus muñecos de acción; ni para ir a mear hubiera tenido que pedir permiso a la señora y entrar en el mismo que usa la familia. Todo muy de andar por casa. Solamente faltaba un cartelito a la entrada que dijera: "Coches artesanos. Los hacemos nosotros mismos con la receta de la abuela".

El nuestro no lo hubiera cocinado la abuela, que no es tan viejo, pero la verdad es que tampoco es el último grito de la tecnología. Es un Ford Taurus SEL -¿qué cuernos significará eso de "SEL"?- del año 2002, largo como un día sin pan, una tenia de las carreteras, un portaaviones con cuatro ruedas (y una de recambio). Demasiado para dos, pero es que no hay coches pequeños. De vez en cuando -muy de vez en cuando- se ve pasar un "escarabajo" -un Volkswagen, quiero decir-, o un Mini. Y ya. Y, no sé, pero me parece a mí que los coches pequeños aquí son cosa de capricho. Que se los compran los pijos para presumir de cosa-que-no-tiene-casi-nadie, igual que beben vino y compran verduras ecológicas. El coche medio es muy largo, muy alto o -más frecuentemente- ambas cosas a la vez. Y muy tragón, que en eso, y no solamente en el tamaño, se nota que es americano. Cambia uno de marcha y se oye, muy discreto, como por debajo del motor, un ruidillo que suena así como "glu, glu, glu", y piensa uno: "El motor éste se está poniendo morao". 

[Sigo enrollándome, así que terminamos en YA TENEMOS COCHE (y 3)]

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