sábado, 6 de octubre de 2012

Sèrie SENSE NATI! Primera època (¡Ahora en castellano!): Ya tenemos coche, i 3

Cuando el coche es tan viejuno se vende  as-is, que es como decir "como está", y ya te apañas con lo que te llevas. Y encima lo compras en cash. Con billetitos, vamos. Le deja a uno la sensación -por mucho que te den un recibo en un cuadernillo de esos que se venden en las papelerías- de que, ante un problema, son capaces de decir "Si te he visto, no me acuerdo". No lo creo, la verdad, porque a pesar de la negrura uñil y la piñal ausencia, me parecieron honrados. De todos modos, ahora nos falta llevarlo a un taller a pasar una revisión, no sea que nos hayan vendido un portaaviones, sí, pero uno de los que sirvieron en la batalla de las Termópilas. Otra cosa que se hace es pedir -comprar- por internet un informe de la historia del coche, un carfax, que dicen, aunque me parece que emplear esa palabra es como llamar danone al yogur o, como decía el profesor de dibujo que tenía en BUP, llamar rotring al estilógrafo. ¡Pero quién cojones ha llamado alguna vez estilógrafo al rotring! Perdón: es que me enciendo y me desvío del tema.

GPS no tiene, pero lo lleva la Jose en el móvil. Eso, el GPS, sí que me parece a mí uno de los mejores inventos de la historia de la Humanidad, quizá solamente superado por la lavadora y los botes de Nocilla totalmente blanca. Lo digo porque el dealer -el tratante de coches, vamos- lo encontramos a una distancia que equivaldría a vivir en la Plaza de la Virgen y comprarse el coche en Casinos -y vuelvo a disculparme por el abuso de la toponimia local. Y aquí aflora una de las paradojas del cuento: que para comprar un coche hace falta tener un coche. Ahí queda eso y no digo más. Otro día os hablo del navegador integrado en el móvil que, como tiene la Jose el teléfono ajustado en castellano -que en valencià no se podía-, lee las direcciones igualito que lo haría Paco Martínez Soria si hubiera rodado "Cincinnati no es para mí". Vamos, que me ha costado un rato entender que cuando decía "Gire a la izquierda por Oio Best" quería decir "por Ohio West". Y para decir Beecham dice rotundamente Be-e-cham, tal como suena. Northwood es Nort-vo-od, y así. No insisto porque me harían falta efectos especiales, y no es el caso. Me recuerda también a aquel hombre que ponía películas en El Saler, cuando éramos pequeños, y pronunciaba Gregory -por Gregory Peck- diciendo, muy a la valenciana, Gregòri, con la "o" extremadamente abierta, como si el actor fuera de ahí, de Sollana, y no de California. Y la risa que a mí me daba (el señor, no Gregory Peck).

Venía a cuento lo del GPS porque al menos no había que preocuparse del camino de vuelta a casa, y así podíamos hacerlo de la conducción automática de -tenedlo en cuenta- nuestro gigante móvil. No os hago la lista, por no aburriros más, de los acelerones y volantazos bruscos que dimos antes de animarnos a salir a la autopista. Y que en eso, además, se nos hizo de noche. Y de cómo está el tema del tráfico, y el de la señalización. Lo más llamativo es que los semáforos no están en la esquina en la que te paras, sino en la de después. Tiene su lógica: la postura de uno que, en España, se ha parado en un semáforo consiste en inclinar la espalda hacia delante, estirar el cuello y a la vez forzarlo a la derecha, mientras intenta llevar las pupilas a la parte más alta posible del globo ocular, con el fin de alcanzar a ver el semáforo que se le ha quedado justo encima. Aquí, lo ves muy fácilmente porque está al otro lado del cruce. Pero, claro, hay que vencer la inercia que uno lleva de ir a detenerse a los pies del semáforo. Si lo haces, sabes que mueres allí mismo o en alguna cárcel. Pero morir, mueres seguro.

Así que ya iremos poco a poco haciéndonos con el coche. Lo que más teme la Jose es que llegue el invierno, porque dicen que se forman placas de hielo. Como eso pase y el coche le haga aquaplaning -hieloplaning, será-, me temo que, dados el tamaño del coche y las velocidades a las que la Jose se lanza, nuestro blanco bólido pueda elevarse del suelo y echar a volar. Sería lo que le faltaba a la Jose -miss Mira en el ámbito laboral- para convertirse en una especie de Thelma&Louise a la valenciana. Y hasta aquí, que menudo rollo que os estoy echando.

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