jueves, 20 de septiembre de 2012

Sèrie SENSE NATI! Primera època (¡Ahora en castellano!): A GRAN ESCALA

No habíamos hecho más que llegar, y ya nos tocaba ir al cole. El que le ha tocado a Jose se llama AMIS, por Academy of Multilingual Immersion Studies, nombre la mar de imponente para un colegio que, ahora que ya lo conozco un poco más, tampoco es para tanto. Lo que ocurre es que, aquí, lo primero es impresionar con la imagen. Todo se anuncia -hasta los despachos de abogados y los médicos de urgencias- como si fuera la teletienda. Quiero decir con esto que se anuncian con la foto del personaje, ya sea abogado, fontanero o médico, luciendo sus mejores galas y los dientes blancos. Esto es el país de la teletienda.

Pues lo mismo el cole, que, la verdad, impresiona la primera vez que lo ves. Entras y topas, para empezar, con la zona de administración, con su moqueta, su hilo musical y su aire acondicionado, y a uno, que está acostumbrado a los coles de otro estilo, en vez de preguntar -por ejemplo- cómo se llega a 2º C, parece que le entran ganas de pedir un préstamo o suscribir un seguro de vida. Eso mismo -lo del seguro- lo piensa también al advertir en la puerta unos adhesivos que informan de la prohibición de entrar con armas de fuego. Hay que decir que el dibujito tiene su gracia, porque es como los de prohibir el tabaco -total, otra cosa que también mata-: una pistola incrustada en una señal de prohibido. Como uno ya viene sugestionado por lo que ha visto en las películas, pues ya le da un vuelco el corazón. Pero vamos a dejarlo claro ahora mismo: yo creo que el adhesivo está por imperativo legal y no porque haga falta. Lo he visto en todos los espacios públicos y, la verdad, en nuestro cole no pasa nada de nada.

Ya digo que después no es para tanto. Es muy grande, sí, pero aprendes pronto que no es más que el estilo nacional: todo es grande, aquí, y parece que para ser americano ha de ser grande. Lo pequeño es sospechoso de antiamericano. Yo creo que aquel famoso senador McCarthy hubiera metido en la cárcel a media España solamente por conducir un Seiscientos y no un megavehículo de veintiséis cilindros. Eso mismo lo ves también en la compra -hemos de hablar, por cierto, de la compra-, que los envases son gigantes: es muestra del estilo nacional. O sea, y por resumir, que el colegio es grande porque es americano, y punto pelota. O porque hoy es hoy, que se dice. Los pasillos son grandes, la cancha es grande, la cafetería es grande y las aulas son grandísimas. En lugar de ladrillo, construyen con bloques de cemento -porque son grandes-, acabados con capas de pintura blanca, azul y roja. También es verdad que tanto colorcito le da un aire alegre.

Otro detalle que impresiona es que está lleno de cosas. No hay otra manera de decirlo: lleno de cosas. Eso de que los EE.UU. son la sociedad de la abundancia debe ser cierto, a juzgar por lo que veo en el aula de Jose. No es que tengan dentro la pizarra y los pupitres, obviamente: es que están amuebladas como una cocina, con bancadas y armarios colgados de la pared, y hasta una pila con un grifo ¡del que sale agua, y todo! Y hay otras mesas adosadas a las paredes, o separadas del conjunto de los pupitres, y hay estanterías, y armarios metálicos. Y, por todas partes, cosas: pañuelos de papel, figuras geométricas, hojas de papel blanco, rotuladores, lápices, rompecabezas, libros de textos, adhesivos, tampones de tinta, cubos de colores, tijeras, cola, libros de lectura, cartulinas, reglas, alcohol, tarjetas de felicitación, carteles, platos de papel, hojas de papel rayado, galletitas saladas, cuadernos, clips, ordenadores, la bandera nacional, cajas de plástico, tiritas, plastidecores, cedés, rollos de papel de cocina, sellos... ¡Con deciros que hemos pasado varias horas abriendo armarios y cajones para saber qué teníamos, y aún no hemos terminado! Más que dotación -concepto que implica un mínimo de planificación-, parece que al aula hubiera estado gestionada por alguien con el síndrome de Diógenes.

Ahora, que de todo lo que he encontrado, lo que más me extraña es haber visto, en el fondo de un cajón, unas dos docenas de limas de uñas. Por más que le doy vueltas al tema, no acabo de encontrar una explicación. Por el momento, mi mejor hipótesis es que los niños del curso anterior estaban preparándose para una fuga tipo La gran evasión. Pero los pillaron, o antes se acabó el curso. ¿Qué, si no?

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